Un día en la vida de una persona en silla de ruedas
"Si conocéis algún caso como el mío, debéis evitar la sobreprotección, motivar sus capacidades y reforzar lo que sí pueden hacer. Así, nos sentimos mejor"
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Cuando me dijeron que me había quedado parapléjica pensé que era una broma o un mal sueño. No recuerdo muy bien lo que pasó, salvo que el que conducía iba muy deprisa, íbamos más de la cuenta por ello mi amiga Cristina iba montada encima mía, y habíamos bebido. Tardé mucho tiempo en entender lo que me había pasado, supongo que porque no quería saberlo ya que al principio es duro asumirlo. Estaba convencida de que volvería a andar porque lo había visto en las películas pero la realidad supera a la ficción. Me di cuenta de que el ser parapléjica no era el fin del mundo y que no me podía hundir. Me he propuesto como meta crecer como persona aprendiendo de mi discapacidad, ya que considero que tengo la fuerza, la energía y la suficiente madurez para conseguirlo. Pienso demostrar que mi vida puede ser igual que la de cualquier otra persona. Muchas personas aprenden a vivir en esta nueva situación y no todas tienen la misma facilidad, pero estar en silla de ruedas no impide tener vida como muchos creen, si no que la vemos desde otra perspectiva. Las personas con lesión medular vemos limitadas algunas de las actuaciones y tareas que antes realizábamos con independencia. Sería algo positivo el que no se nos tratara como niños, que no se nos anulara tanto dentro de la casa como fuera, que nos dieran la oportunidad de demostrar que podemos hacer muchas cosas. |
Déborah del Castillo y Mª Dolores Alcón. 1º CFGM. Fuente: Caja Madrid. Crónicasocial.com